martes, 31 de marzo de 2020

ACTO PENITENCIAL



VOLVER A LA CASA DEL PADRE

Celebración penitencial de Cuaresma (Martes, 31-03-2020)

Canto de entrada
Juntos como hermanos, miembros de una Iglesia, vamos caminando al encuentro del Señor. Un largo caminar, por el desierto bajo el sol, no podemos avanzar sin la ayuda del Señor.


Monición de entrada

Para acercarnos al sacramento de la Penitencia es necesario antes que nada reconocernos pecadores delante de Dios y decidir renovar la propia vida según las enseñanzas del Evangelio. Esta exigencia de conversión ocupa todas nuestras fuerzas y, además de las culpas pasadas, nos hace mirar hacia adelante con gran fe. A través de la penitencia Dios nos abre un nuevo camino que nos lleva a la perfecta libertad de sus hijos. El mismo Cristo con su palabra, con su ejemplo y con la fuerza de su Espíritu nos llama a una nueva elección de vida.


Lectura del Santo Evangelio según San Lucas: (15,1-3.11- 32)
Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos.» Entonces les dijo esta parábola. «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta. «Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano." El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" «Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."»
Palabra del Señor.


Reflexión a la Palabra
Nuestro Padre no se cansa jamás de amar y sus ojos no se cansan de mirar el camino que conduce a casa, para ver si regresa el hijo que se marchó y se perdió. Podemos hablar de la esperanza de Dios: nuestro Padre nos espera siempre, no sólo nos deja la puerta abierta, sino que nos espera. Y este Padre no se cansa ni siquiera de amar al otro hijo que, incluso permaneciendo siempre en casa con él, no es partícipe de su misericordia, de su compasión.
Papa Francisco

Cristo, mil gracias por tu mejor parábola, que tantísimo bien ha hecho en 2.000 años y hará siempre. El hijo joven de esta “parábola del Padre misericordioso”, soy yo, que abuso de la bondad de mi padre. También soy a veces ese otro hijo envidioso ante el gozo paterno que celebra el regreso de su hijo perdido. El Señor es compasivo y misericordioso (Salmo 102,8a)



Examen de conciencia:
Como el hijo nos hemos alejado de Dios por el olvido. No guardamos su palabra. No vivimos en su presencia. Nuestra oración es escasa, rutinaria. No hay verdadero diálogo con Dios. No estamos a la escucha. Nuestra relación con Dios no es permanente ni llega al corazón.
Por los apegos a las cosas. Estamos volcados hacia las cosas. Estamos ocupados y preocupados por tener más y más: dinero, comodidad, placeres, cosas... Sentimos nuestro corazón vacío y creemos que llenándolo de cosas podremos calmar la sed de plenitud que tenemos.
Por la dureza de corazón. Nos hemos hecho insensibles al sufrimiento ajeno. Preferimos encerrarnos en nuestro mundo. ¡Los demás que arreen con sus cosas! Lo importante es pasarlo bien, lo mejor posible. La solidaridad es cosa de tontos, la compasión es cosa de débiles. Aquí lo que cuenta es competir y ser el mejor. El pobre y el débil que se aguanten.
Por la vaciedad con que vivimos. Sin casi darnos cuenta hemos dejado perder los valores y la moral. Ahora consideramos que todo se puede hacer mientras no te pillen. Cada uno es libre de hacer lo que quiera mientras no se meta con el vecino. Y de trabajar para cambiar el mundo, nada. Que eso cuesta mucha incomodidad. ¡Que lo arreglen otros!
También como el hijo mayor, puede que viviendo en casa del Padre estemos alejados de Dios por la crítica despiadada y los juicios. Juzgamos a los demás, estamos siempre dispuestos a ver sus defectos. Les miramos con malicia. Criticamos una y otra vez, y no descansamos hasta hacer polvo la fama y dignidad de las personas.
Por la envidia. No soportamos que el otro tenga algo bueno. Sentimos envidia de todo. Somos mezquinos, incapaces de alegrarnos con el bien ajeno por la cobardía. Cobardes para testimoniar nuestro cristianismo. Cobardes para desmarcarnos de lo que se lleva, del qué dirán. Cobardes para reconocernos pecadores y necesitados de perdón y misericordia.
Por la falta de misericordia. Somos cristianos, venimos a misa, participamos en los sacramentos, pero nuestro corazón está lejos del corazón del Padre que hace llover sobre buenos y malos, que acoge a los pecadores y perdona a sus hijos.


Confesión general:
Recordando hermanos, la bondad de Dios, nuestro Padre, confesemos nuestros pecados, para alcanzar su misericordia y perdón.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos… Todos:(intercalando la invocación: Perdón, Señor, Perdón)

Perdón Señor, porque muchas veces hemos olvidado lo que somos: tus hijos. Perdón también por olvidar que los demás son nuestros hermanos. R/: Perdón Señor, perdón

Perdón Padre por gastar nuestra vida en cosas inútiles, por dejarnos llevar por los vicios, y por olvidarnos de tí.. R/: Perdón Señor, perdón

Perdón Señor, por nuestra mediocridad, por nuestra falta de testimonio, por nuestra falta de caridad y solidaridad con todos los hombres, nuestros hermanos. R/: Perdón Señor, perdón

Padrenuestro:
Y ahora, con las mismas palabras que Cristo nos enseñó, pidamos a Dios Padre que perdone nuestros pecados y nos libre de todo mal. Padrenuestro que....

Signo evangélico:
Ahora, recordando el abrazo que el Padre da a su hijo, vamos a repetir ese abrazo, Mientras tanto cantamos “Sí me levantaré, volveré junto a mi Padre”

Oración final:
Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu plan vaya adelante en toda la humanidad y en mí. Ilumina mi vida con la luz de Jesús. No vino a ser servido, sino a servir. Que mi vida sea como la de Él: servir. Grano de trigo que muere en el surco del mundo. Que sea así de verdad, Padre. Te confío mi vida. Te la doy. Condúceme. Envíame aquel Espíritu que movía a Jesús. Me pongo en tus manos, enteramente, sin reservas, con una confianza absoluta porque Tú eres... MI PADRE.

Bendición.











lunes, 30 de marzo de 2020

CULTOS HERMANDAD


Queridos cofrades:

Estamos en tiempo de Cuaresma y ya tenemos muy próxima la Semana Santa.

Todos los años, nuestra Hermandad ha celebrado, en la semana anterior a Semana Santa, los cultos previos en honor a nuestra Madre de la Soledad y de preparación a nuestra Semana Mayor.

Este año, por las circunstancias que estamos viviendo debido a la pandemia del coronavirus, no podemos celebrar, externamente, nuestros cultos: Preparación Penitencial de Cuaresma y Triduo. Por lo tanto, hemos pensado, para vivir más cristianamente estos días, publicar en la página web y redes sociales dichos actos. Como sugerencia, podemos leer y meditar tanto la Preparación Penitencial como el desarrollo de los días de triduo. Si así lo hacemos en el día que toque cada acto, nos sentiremos todos más unidos en el Señor y en nuestra Madre de la Soledad.

Recibid un fuerte abrazo de los miembros de la Junta de Gobierno y ¡mucho ánimo!, que pronto podremos reunirnos todos en torno a la Soledad.


jueves, 12 de marzo de 2020

COMUNIDADO OFICIAL


La Junta de Gobierno, ante las medidas tomadas por la autoridades sanitarias como medida de prevención ante la propagación del coronavirus COVID19, nos vemos obligados a suspender el ENSAYO CONJUNTO que debían efectuar tanto la Agrupación Musical, costaleros y costaleras de Nuestra Hermandad mañana viernes día 13 de Marzo.

Al mismo tiempo también posponemos la Comida de Hermandad fijada para el próximo 14 de Marzo a partir de las 14:30 en los salones HC KOMENCO. Aquellas personas que deseen recibir el dinero abonado lo podrán hacer en la Casa de Hermandad a partir de mañana viernes en su horario habitual de apertura.

Que Nuestra Madre nos ayude a superar estos momentos complicados en los que nos encontramos.



LA JUNTA DE GOBIERNO.