El pasado viernes, dos de mayo, tuvo lugar en Nuestra Sede Canónica las correspondientes asambleas generales a las que todos los hermanos y hermanas estábamos convocados. Tras el desarrollo de las mismas, nuestro consiliario quiere compartir con todos nosotros una carta que a continuación procedemos a reproducir:
Queridos hermanos de la Hermandad de la Soledad.
Soy consciente
de que, por este medio, no voy a llegar a todos los cofrades de la Soledad,
pero me conformo con llegar a un buen número que se informan a través de este
blog.
Escribo estas
líneas desde el afecto y el interés que tengo por vosotros y la Hermandad.
Espero lo podáis leerlo de la misma manera.
En la Asamblea
General que tuvimos el viernes 2, salí, sinceramente, con mal sabor de boca,
triste, y no puedo dejar de manifestar esto, puesto que es también el sentir de
muchos soledanos, que me lo han
manifestado. No hay que ser muy listo para que uno se dé cuenta de que en la
Hermandad se han formado una especie de bandos, donde se aprovecha el más
mínimo motivo para lanzase reproches, acusaciones y criticas con tonos que
buscan descalificar al otro.
Dice San Pablo en su carta a los Efesios: “Os exhorto,
hermanos, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido
llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros
por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de
la paz. Siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza,
Cristo. Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su
prójimo, pues somos miembros los unos de los otros.
Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol
mientras estéis airados, no deis ocasión al Diablo. No salga de vuestra boca
palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y
hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis al Espíritu Santo de
Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la salvación. Toda acritud,
ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de
entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos
mutuamente como os perdonó Dios en Cristo” (Ef. 4,1-3.15.25-27.28-32)
Alguien, sinceramente, piensa a estas altura que el problema de la
Hermandad es, el Blog, la revista, el diseño del manto, los calcetines, las
sandalias o las trenzas… La UNIDAD y la SANTIDAD, es la nota esencial de la
Iglesia y por tanto de la Hermandad. Si la unidad y
la santificación personal no es la primera preocupación de un cofrade, estaríamos ante un tinglado de cartón
piedra, detrás del cual sólo existe el vacio. Lo que debe
constituir el corazón de nuestra cofradía, es el culto a nuestra titular, la
santificación de sus miembros, el apostolado y el ejercicio de las obras de
caridad. Defender todo esto debe ser el empeño de todos.
De poco servirían, queridos cofrades, nuestros cultos solemnes y la
belleza de nuestras procesiones, si en nuestra Hermandad la primera
preocupación no es la comunión fraterna, la unidad en la Cofradía y por supuesto
el amor a Jesucristo, su Santísima Madre y la Santa Iglesia.
Hermanos, ninguno tiene la fórmula mágica para que seamos de verdad como
“un solo cuerpo”; es tarea de todos. Por
un tiempo olvidémonos de los detalles y vamos a cuidar lo esencial: la unidad.
Si Dios quiere, a partir del 16 de mayo,
estaré todos los viernes por la noche en la casa
de la Hermandad, a vuestra disposición para confesar o simplemente charlar.
Aníbal
Cantero Rojas
Consiliario de la Hermandad