lunes, 24 de diciembre de 2007

Nuestra Titular

Paso primitivo de tres varales con la primera imagen de Ntra. Sra. de la Soledad que fue destruida en la Guerra Civil (las flores de entonces se fabricaban con tela, dadas las penurias económicas de la época)



NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
Ntra. Sra de la Soledad es una imagen de las denominadas “de vestir” o “de candelero”. Dada la particular liturgia de la Semana Santa andaluza, en la que las imágenes se revisten de terciopelo y oro, la talla se limita a las partes visibles: el rostro y las manos.

Por lo que respecta a su postura, la Virgen se aproxima al pecador que reza a sus pies, parece que se le echa encima para abrazarle.

Las manos de esta dolorosa mantienen la tradicional postura de las vírgenes andaluzas, con los dedos suavemente curvados, para sostener un pañuelo y los símbolos de la crucifixión: corona y clavos. No hay que olvidar que, iconográficamente, la Soledad se sitúa inmediatamente después del descendimiento de la Cruz y el sepelio.

Lo más original de esta dolorosa está en su rostro. A pesar de haber recalado en Andalucía es conveniente recordar que fue tallada en los talleres del maestro Bellido, del Levante español, en 1941. En principio se supone que es una copia de la imagen antiguamente existente, tristemente destruida en la Guerra Civil. Y, con todo, es innegable cierto aire levantino en esta talla, donde se percibe la influencia del estilo de Salzillo. La cara se presenta más alargada de lo habitual en las dolorosas andaluzas, de cara más redondeada. También es notable el hecho de encontrar un rostro maduro, muy alejado también de las típicas dolorosas de cara adolescente. Pero donde más notable resulta la influencia salzillesca es en el cuello, un cuello robusto, recto, tan habitual en el Levante, donde las vírgenes llevan el pelo tallado y, por consiguiente, lucen el cuello y tan poco común en Andalucía, donde a menudo queda medio escondido entre encajes.

Todos estos detalles conforman una imagen de caracteres muy originales dentro del panorama más bien mimético de las dolorosas.