viernes, 10 de abril de 2020

CELEBRACIÓN DE LA PALABRA


Esta tarde, a las 20:30 horas, tenemos nuestra Celebración de la Palabra, como todos los años y, aunque no la celebremos en la Parroquia, podemos seguirla en el blog y redes sociales de la Hermandad. Si lo hacemos todos a la misma hora podremos estar juntos en espíritu.

CELEBRACIÓN DE LA PALABRA (VIERNES SANTO-2020)

Lectura del Santo Evangelio según San Juan (Jn. 19, 25-27)

    Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y, junto a ella, al discípulo que él tanto quería, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la acogió como suya.




ORACIÓN
Dame, Señor,
la alegría de descubrir a tu madre
y tomarla como mía.
Dame, Señor,
la alegría de estar a la espera de tu palabra.
como lo estuvo ella.
Dame, Señor,
la finura de acoger y hacer vida tu palabra
como tu madre la acogió y vivió.
Dame, Señor,
ojos de sorpresa para contemplar
y descubrir tu presencia
en la debilidad de la vida.
Dame, Señor,
fe para conocerte y servirte
en la gente que me rodea.
Dame, Señor,
manos para acogerte y tratarte
en mis amigos y amigas
como María te acogió
y te abrazó a Ti.a


PRECES.
    Para que sintiéndonos Iglesia llevemos a todo el pueblo que nos contempla el testimonio de nuestra fe.
    Te lo pedimos, Madre.

    Por los costaleros y costaleras, Grupo Joven, miembros de la Agrupación Musical, Junta de Gobierno y por todos los cofrades que vamos a participar en esta Estación de Penitencia, para que sepamos acompañarte con la dignidad y el respeto que nos exige este acto penitencial.
    Te lo pedimos, Madre.

    En esta noche, te pedimos, Madre, por todos nuestros difuntos y por los difuntos de la pandemia que estamos padeciendo para que ya estén disfrutando contigo de la presencia de Dios en el Cielo. 
    Te lo pedimos, Madre.

    Madre de la Soledad te pedimos que, ya que como no podemos hacer esta noche el desfile procesional, y pensando en tu dolores, sepamos ofrecerte de corazón nuestro propio cansancio.
    Te lo pedimos, Madre.

    Madre de la Soledad te pedimos por los pobres, enfermos, ancianos, los necesitados de afecto y cariño y por todos los que sufren, para que todos los que contemplen tu imagen reciban de ti el consuelo a sus necesidades.
    Te lo pedimos, Madre.

    Te pedimos finalmente por todos participantes en esta celebración para que sepamos ser solidarios en el dolor y compasivos ante la desgracia de los hermanos.
    Te lo pedimos, Madre.

    Por último, te pedimos, Madre, que intercedas ante tu Hijo para que pase pronto la angustia y el sufrimiento de estos días que llevamos de pandemia y que pronto podamos celebrarlo junto a Ti. 
    Te lo pedimos, Madre.




PALABRAS DEL SACERDOTE.
   
Queridos hermanos hemos llegado a este día tan solemne en el que Jesucristo entrega su vida al Padre por nosotros y, como nos dice el evangelio, en ese día María entrega a su Hijo querido para recibir a cambio al esclavo que somos tú y yo.
Estamos viendo como la vida nos prepara muchas sorpresas, en un instante todo puede cambiar, en el bien y en el mal. Nadie hasta hace poco tiempo iba a imaginar que íbamos a vivir de esta manera este Viernes de la Pasión del Señor; este  es el día del combate, de la crisis del sufrimiento, de la noche más oscura. Hoy lo estamos celebrando sacramentalmente, a través de esta celebración domestica recordando la Pasión de Jesús, como si se tratara de una preparación, porque todos sabemos que llegará el día, para algunos ya ha llegado, en el que la cruz se presentará a nuestra vida con toda su fuerza, brutal e irracional. 
En ese momento a nada servirán, tu fuerza, tu belleza, ni tus capacidades o tus bienes, ni siquiera tu inteligencia sino que lo único que de verdad te salvará será la Fe. Además no valdrá cualquier tipo de fe sino solo la Fe, vivida, sufrida, luchada, que pasando por muchas pruebas y combates a lo largo de la vida nos hace experimentar que en Jesucristo la muerte ha sido vencida que él ha resucitado, está con nosotros y que en Él y solo en Él tenemos Vida Eterna. Eso no basta solo con saberlo, o lo has experimentado o no te vale.
Por eso en la cruz Jesús nos entregó a su Madre María y desde entonces madre nuestra. Ella es imagen de la Iglesia que nos engendra como hijos de Dios y que como madre nos conduce por el Camino de la Vida, camino de la voluntad de Dios, camino de la Fe, el camino del amor que nos a su Hijo.  
    Es verdad somos de la Virgen de la soledad, y a veces experimentamos, como ella, momentos difíciles de dificultad, de angustia, de soledad pero esa soledad no es como la del mundo llena de vacío y desesperanza, sino llena de Fe y Esperanza, llena del Amor del Dios providente que no abandona nunca a sus hijos en el momento de la prueba; por lo tanto no tengamos miedo dejémonos llevar por la Virgen que conoce muy bien el camino que conduce a la vida. Animo un fuerte abrazo a todos y Feliz Pascua de Resurrección 2020. Y rezad por mi.

viernes, 3 de abril de 2020

FIESTA DE REGLA




MISA SOLEMNE DEL VIERNES DE DOLORES (03-04-2020)

MONICIÓN AMBIENTAL
          En esta noche, fiesta de regla de la Hermandad, reunidos como hermanos vamos a celebrar una vez más el misterio de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, acompañando a María en sus dolores y su Soledad.
          Es de noche y es soledad. Está solo colgado en un madero. Y la sangre se abre en la última lanzada. Unas manos de madre recogen la última gota. Agua y sangre. Es María.
          Está de pie y agarrada al bordón de una cruz desnuda. Su corazón tiembla como la arena en el desierto. Ha recogido siete palabras y las graba en silencio, una a una en su corazón.
          Ella es testigo del pueblo conducido a la Promesa. Ella da a luz, en sufrimiento, una nueva vida: la Iglesia.
          Animados por estos sentimientos y como hermanos, e hijos de nuestra Madre de la Soledad, sintiéndonos Iglesia junto a los que ya no están con nosotros, dispongámonos a celebrar esta Eucaristía.


MONICIÓN DE LA 1ª LECTURA (Jeremías 20, 10-13)
          Jeremías, como todos los profetas tuvo que enfrentarse a una dura decisión: entregarse a la palabra de Dios o someterse a los hombres que no escuchaban a Dios, porque sólo buscaban aprovecharse de la gente. Al aceptar su misión de servir a Dios lo único que recibió de los demás fueron violencia, burlas, difamaciones. Pero su fe fue tan grande que no sucumbió ante las amenazas.


PRIMERA LECTURA: Jeremías 20, 10-13
Lectura del libro de Jeremías.
Oía la acusación de la gente:
<“Pavor-en-torno”,
delatadlo, vamos a delatarlo>.
Mis amigos acechaban mi traspié:
“A ver si, engañado, lo sometemos
y podemos vengarnos de él”.
Pero el Señor es mi fuerte defensor:
me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso,
con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado
y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos,
pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libera la vida del pobre
de las manos de gente perversa.
Palabra de Dios.


Salmo 17, 2-7  

R/. En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.

          V/. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza;
                Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.   R/

          V/. Dios mío, peña mía, refugio mío,
                escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
                Invoco al Señor de mi alabanza
                y quedo libre de mis enemigos.   R/.

          V/. Me cercaban olas mortales,
                torrentes destructores me aterraban,
                me envolvían las redes del abismo;
                me alcanzaban los lazos de la muerte.   R/.
          V/. En el peligro invoqué al Señor,
                grité a mi Dios:
                desde su templo él escuchó mi voz,
                y mi grito llegó a sus oídos.   R/.


MONICIÓN DEL EVANGELIO (Juan 19, 25-27).
          En el Evangelio que se va a proclamar a continuación contemplaremos a María al pie de la Cruz y el discípulo que está con ella que no es otro que el mismo evangelista, representa a los fieles acogidos en el seno de la madre Iglesia.
Para su soledad y para la ausencia definitiva del Hijo, Jesús encomendó mutuamente a la Madre y al discípulo predilecto



          EVANGELIO
        Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-27
        En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
        Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:     - “Mujer, ahí tienes a tu hijo.”
        Luego, dijo al discípulo:
        - “Ahí tienes a tu madre.”
        Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
                 Palabra del Señor.



Reflexión a la Palabra
María seguía a Jesús y escuchaba las palabras que la gente decía: todas las palabras a favor y en contra de Jesús. María estaba siempre cerca de su Hijo. Al final, está allí, de pie, mirando al Hijo en la Cruz. Quizá escuchó los comentarios: “Mira, esa es la madre de uno de los tres delincuentes”. Pero se quedó callada: es la Madre, no renegó del Hijo, dio la cara por el Hijo. Esto que yo digo ahora son pequeñas palabras para ayudar a contemplar, en silencio, este misterio: en ese momento, ella nos dio a luz a todos nosotros, dio a luz a la iglesia.
Papa Francisco.

Señor, nos tenías reservado para el último momento tu más preciado y dulce regalo, tu Madre dolorosa. Con Juan, acojo a María como algo propio en mi casa, en mi corazón, en mi vida. Con ella me será más llevadero adaptar mi vida a la tuya: es tu mejor discípula conviviendo contigo en Nazaret y siguiéndote hasta el Calvario; es mi mejor maestra, con su silencio al pie de la Cruz.


PETICIONES

          Padre amoroso, bendice abundantemente a la Iglesia para que, abierta a los dones del Espíritu, responda con generosidad a las necesidades de los hombres de nuestro tiempo.
          ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Padre justo, hoy traemos a tu altar las necesidades de todos los gobernantes. Concédeles el don de la justicia, para que respondiéndote a Ti sean justos con todos aquéllos a los que por oficio tienen que servir.
                    ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Padre providente, que aquéllos que experimentan la necesidad de pan, de cultura, de vivienda o de trabajo, o viven en la cruz de la droga, de la enfermedad, de la soledad y del dolor, encuentren en la solidaridad de sus hermanos alivio a sus necesidades.
                    ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Padre bueno, te confiamos a la Directiva, costaleros y costaleras, miembros de la Agrupación Musical, Grupo Joven y a todos los cofrades de la Hermandad de la Soledad y, especialmente esta noche, a los nuevos cofrades que van a recibir su medalla. Concédenos una actitud constante de acción de gracias por todos los dones que nos das y ayúdanos a ser generosos en el servicio que hoy nos encomiendas.
                    ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Padre del amor y la unidad, derrama tu Espíritu sobre los pueblos enfrentados, sobre las familias divididas, sobre las Iglesias separadas, para que encuentren el camino de la reconciliación y de la unión.
                    ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Padre misericordioso, te pedimos en esta Eucaristía por todos los difuntos y enfermos de la pandemia y por sus familiares. Acoge en tu gloria, especialmente en esta noche, a los difuntos de la Hermandad de la Soledad: Pilar, Juan, Catalina, Pedro Marta, Francisco, Antonia, Raúl y Sara y demás difuntos de la Hermandad, para que puedan ya disfrutar de tu presencia en el cielo.
                              ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

ACCIÓN DE GRACIAS.

          Otro año más, y por tercer día consecutivo, nos encontramos reunidos en familia junto a ti, Madre de la Soledad.
          Te damos gracias porque, con tu amor de madre, intentas reunir a tus hijos en torno a ti y sufres en tu soledad cuando no respondemos a tu llamada.
          Te damos gracias porque tu mirada nos consuela en nuestras penas; tus ojos nos indican el camino de la verdad; tus lágrimas enternecen nuestra alma y nos mueven al arrepentimiento; tu corazón herido nos hace ser solidarios con los sufrimientos y necesidades de los demás.
          Te damos gracias porque tus manos siempre están abiertas a nuestras necesidades; porque siempre escuchas, como madre amorosa, a todos los que acudimos a Ti en busca de refugio y consuelo.
          Te damos gracias porque permites que te portemos por la calles de nuestro pueblo para que así que puedas ver a todos tu hijos, incluso a los más alejados.
          Te damos gracias, en fin, Madre, por darnos a Jesús; porque eres nuestra valedora ante tu Hijo; porque gracias a Ti hemos sido redimidos.

jueves, 2 de abril de 2020

SEGUNDO DÍA DE TRIDUO


(2º Día de Triduo-02-04-2020): Grupo Joven y Agrupación Musical)

MONICIÓN AMBIENTAL
                   
          María es nuestro modelo a seguir, modelo de todas las virtudes cristianas: modelo de fe, de entrega, de sencillez, de servicio a los demás, de esposa y madre, de aceptación, de actitud obediente a la voluntad del Padre, de unión a Jesús en los momentos de soledad y amargura de su Pasión.
          Pongamos cada uno de nosotros, en esta noche, nuestros problemas y preocupaciones en sus manos, sabiendo que Ella intercederá ante el Padre, y demos gracias a Dios por habernos dejado a María como modelo y ayuda para poder seguir su camino.
          Que la meditación de las lecturas que se van a proclamar y el compartir el pan en esta Eucaristía nos ayude a ser cada día más coherentes con nuestra fe siguiendo siempre el ejemplo de vida de María.


MONICIÓN DE LA 1ª LECTURA (Génesis 17, 3-9).
          En esta primera lectura del libro del Génesis veremos como Dios hace una alianza con Abraham y le promete ser padre de una muchedumbre de pueblos gracias a la fe y confianza demostradas en el Señor.
          Pidamos en esta Eucaristía que Dios nos conceda una fe grande cómo la tuvo Abraham.


PRIMERA LECTURA: Génesis 17, 3-9.

Lectura del libro del Génesis
          En aquellos días, Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así:
          “Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos.
          Ya no te llamará Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti.
          Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios.”.
          El Señor añadió a Abrahán:
          “Por tu parte, guarda mi alianza, tú y  tus descendientes en sucesivas generaciones”.
Palabra de Dios.

SALMO 104, 4-9
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
          V. Recurrid al Señor y a su poder,
              buscad continuamente su rostro.
              Recordad las maravillas que hizo,
              sus prodigios, las sentencias de su boca.   R/

          V. ¡Estirpe  de Abrahán, su siervo;
              hijos de Jacob, su elegido!
              El Señor es nuestro Dios,
              él gobierna toda la tierra.   R.

          V. Se acuerda de su alianza eternamente,
              de la palabra dada, por mil generaciones;
              de la alianza sellada con Abrahán,
              del juramento hecho a Isaac.   R.


MONICIÓN DEL EVANGELIO (Juan 8, 51-59).
          Jesús es la verdad, pues trae la verdadera palabra del Padre. Esa palabra nos libra de la opresión del pecado y nos hace interiormente libres. Por eso escucharemos en el Evangelio que la verdad de Jesús, palabra del Padre, nos da la vida eterna.


EVANGELIO: Juan 8, 51-59.
          Lectura del santo Evangelio según san Juan

          En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
          “En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre”.
          Los judíos le dijeron:
          “Ahora vemos claro que estás endemoniado: Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?”.
          Jesús contestó:
          “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría”.
          Los judíos le dijeron:
          “No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?”.
          Jesús les dijo:
          “En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy”.
          Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.
Palabra del Señor.



Reflexión a la Palabra
En la primera lectura (Génesis 17,3-9) el Señor hace una alianza con Abrahán, una alianza que se prolongará, se alargará; en la historia se convertirá en un pueblo: los pecados del pueblo los conocemos. Pero el Señor el fiel. En mi tierra hay una pequeña flor, que se regala a las madres el día de la madre, y tiene dos colores: un azul claro para las madres vivas, y uno violeta para las madres fallecidas, y se llama “no me olvides”. Éste es el amor de Dios, como el de la madre: Dios no se olvida de nosotros, nunca, no puede, es fiel a su alianza. De nosotros podemos decir: - “Pero mi vida es muy fea, estoy en esta dificultad, soy un pecador, una pecadora”. Pero Él no se olvida de ti, porque tiene este amor visceral y es padre y madre. Ninguno de nosotros es fiel, pero Él sí. Esta es nuestra esperanza y nuestra alegría: su fidelidad que nos toma de la mano y no nos deja, no te deja.
Papa Francisco.
Cristo, tu Palabra es semilla y garantía de vida eterna: tú la depositas en mi corazón, me invitas a guardarla y cumplirla con tu gracia, y me aseguras que no veré la muerte para siempre. Dejaré de lado cualquier otra ocupación o preocupación y dedicaré unos minutos solo a leer/escuchar tu Palabra. Es “lo único necesario, la mejor parte”. El Señor se acuerda de su alianza eternamente (Salmo 104,8a)

PETICIONES

          Padre, te pedimos por la Iglesia, para que el polvo del camino no enturbie el mensaje de Salvación que anuncia, y llegue con claridad a todos los pueblos.
                    ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Padre, te pedimos por los que rigen los destinos de los pueblos y del mundo, que Dios los ilumine para gobernar con rectitud y justicia.
          ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Padre, ilumina a los que están enfermos o necesitados, para que uniendo su cruz a la de Cristo se vean pronto libres de sus sufrimientos.
          ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Padre, te rogamos por los componentes de la Agrupación Musical y por el Grupo Joven, para que, sintiéndose cofradía,  nos amemos como nuestra Madre nos quiere y nos entreguemos con todas nuestras fuerzas en fomentar la hermandad entre todos sus miembros.
          ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Padre, te pedimos por los enfermos y familiares que están sufriendo está pandemia y por todos lo que nos acercamos a esta Eucaristía, para que viviendo con Cristo en nuestro interior, imitemos cada vez más a María, y nos dejemos guiar por su dulce consejo maternal.
          ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.

          Acoge Señor en tu gloria a todos los difuntos y, especialmente en esta noche, a los difuntos de la pandemia que estamos padeciendo ­y a los difuntos de la Hermandad de la Soledad, para que disfruten de la vida eterna, ganada por Cristo en la cruz.
          ROGUEMOS, CON MARÍA, AL SEÑOR.



ACCIÓN DE GRACIAS

          María, te damos gracias por habernos acompañado durante todo el camino cuaresmal, sabemos que caminas con nosotros y nos acompañas siempre. Contigo emprendemos este camino de fe que nos llevará a la Pascua de tu Hijo.
          Te damos gracias por guiarnos, darnos fuerza, valor y entusiasmo para amarnos unos a otros, para olvidar agravios, para acogernos con gozo, para compartir alegrías y dificultades, para ser familias y hermanos de verdad.    
          Tú conoces como nadie el mandamiento del amor, lo has vivido plenamente en tu familia de Nazaret y lo vives en tu caminar con nosotros.
          El mundo actual está sediento de ese amor verdadero, no lo conoce.
          Madre, mira a todos tu hijos que están aquí reunidos y te acompañan esta noche. Danos un corazón grande y limpio que nos permita conocer y vivir ese amor.