Ayer, en el restaurante del campo de aviación, tuvo lugar la anual comida del Fondo de la Soledad.
En un ambiente de hermandad, muy agradable y festivo, se reunieron en torno a 80 peñistas para dar buena cuenta de las viandas que allí nos tenían preparadas. Hubo, igualmente, un buen número de peques, hijos de peñistas, que no cesaron de correr y jugar por las inmediaciones.
Diversas tomas de los comensales
La tarde: espléndida, con una temperatura propia de un otoño veraniego, que hizo posible que los asistentes al acto puedieran salir al exterior para pasear, ver las evoluciones de los aviones y coches teledirigidos o simplemente charlar.
No faltaron las actuaciones de improvisados artistas que, acompañados por el karaoke, hicieron sus pinitos en la interpretación de un variado repertorio de canciones. La verdad que hubo algunos o algunas que lo hicieron francamente bien; de los demás, no hablar.
Tanto la comida y café, como las copas y dulces posteriores se pagan con los beneficios obtenidos por el juego de lotería y quinielas a lo largo del año, que se costea, a su vez, con el euro que cada peñista destina dentro de su imposición semanal.
La tradición de fondos en la localidad viene de muy antiguo. Desde siempre se han formado peñas de fondistas para recaudar unos dinerillos con el fin de costear los gastos de la feria y darse un caprichillo, si aún queda dinero. Había costumbre, y quizá alguna peña aún lo haga, que el día de reparto del fondo, que solía hacerse en unas fechas previas a la celebración de la feria, se organizase una "melocotoná" (melocotones en vino) con los dineros que se obtenían de los intereses de todo lo recaudado durante el año.
Esperemos que esta buena costumbre del fondo no desaparezca, pues además de conseguir unos ahorrillos para la feria, el fin primordial del mismo es que, semanalmente, tienes la oportunidad de reunirte con cofrades y amigos en la Casa de Hermandad, para charlar y crear lazos de amistad.