jueves, 26 de febrero de 2009

Al inicio de la Cuaresma, la Virgen se viste de hebrea.


Desde ayer, Miércoles de Ceniza, la Virgen de la Soledad luce su atuendo de hebrea que vestirá durante el tiempo que dure la Cuaresma.

Durante todo este tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión y de penitencia, la Iglesia nos invita a que nos preparemos para el máximo y más importante acontecimiento: la resurrección de Nuestro Señor. Para ello el Evangelio nos ofrece un programa basado en el trípode: caridad, oración y ayuno. Caridad hacia los más necesitados, sobre todo en los tiempos que hoy día vivimos; oración, como medio de abrirnos a Dios y escuchar su Palabra y, sobre todo, participando activamente en la celebración de la Eucaristía; y, ayuno, como símbolo del autocontrol que todos necesitamos para renunciar a todas las cosas superfluas de la vida.

La Virgen nos espera, allá en su Capilla, para que la visitemos quizá, con más asiduidad que de costumbre, en este tiempo de preparación hacia la Pascua.