La práctica de ofrecerle flores a la Virgen viene de lejos. Ya desde la Edad Media se tiene noticia de este hermoso ejercicio, rindiendo culto a las virtudes y bellezas de la Madre de Dios. El Rey Alfonso X el Sabio, invitaba a alabar e invocar a María en su altar, porque quería "trovar en honor de la Rosa de las Rosas y de la Flor de las flores". Pero fue en el siglo XVI cuando se vio más impulsada esta actividad. En Italia, San Felipe Neri invitaba a los jóvenes a cantar, llevar flores y ofrecer sacrificios a la Virgen. Pero la universalización de esta práctica vino en el s. XIX cuando fue favorecida y enriquecida por los sumos Pontífices Pío VII y Pío VIII. Hasta llegar a nuestros días este hermoso hábito de mostrarle nuestra devoción y rendirle culto a la Flor de las flores, a través de la ofrenda y de nuestra oración nos ponemos en sus manos con esperanza, implorando su amparo y protección.
El próximo Viernes Santo, si Dios quiere, el cielo se llenará de pétalos para alabar a nuestra Madre, Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad.
Ya se están repartiendo por distintos establecimientos de Pozoblanco, así como en la Casa de Hermandad y en el local de ensayo de la Agrupación Musical, huchas con la imagen de la Virgen de la Soledad, por medio de las cuales todos los fieles que deseen unirse a esta hermosa iniciativa pueden depositar su donativo. El Grupo Joven de la Hermandad pide y agradece la colaboración de todos los devotos de la Soledad en la medida de lo posible. Igualmente, el colectivo soledano dará la oportunidad de que todas las personas que lo deseen puedan contribuir aportando flores, preferiblemente en tonalidad blanca y en aquellas variantes con abundantes pétalos; todas las personas que quieran llevar las flores y que éstas sean usadas en la petalá, pueden depositarlas en la Casa de Hermandad a lo largo de la mañana del Jueves Santo.
Se trata de un gesto emotivo, muestra sencilla y generosa de amor y alabanza a Nuestra Madre la Virgen de la Soledad.